miércoles, 3 de febrero de 2016

L5: #1 VIDA NUEVA

La mañana que le vi por primera vez, iba a ser una mañana cualquiera. Una mañana más del que nada nuevo me esperaba. Un día más de universidad, de favores, de trabajos, de gente a su rollo,... Después de dos años, no me esperaba nada nuevo. Sabía cómo funcionaba todo y cómo no se tenían que hacer las cosas. La universidad iba a ser el lugar donde encontraría gente como yo, que se preocupase por las mismas cosas, que le gustase lo mismo que a mí, que tuviese las mismas inquietudes por la vida,... Pero no fue así, si anteriormente me había encontrado con gente diferente a mí en la vida, ahora en la universidad parecía que nos separaba un gran abismo. Parecía que a la gente no le importaba, que vivían sin preocuparse por juntarse con la gente como ellos, disfrutaban de la diferencia... Yo tuve que aprender a quererla.
Recuerdo el primer día de uni, yo y mi ingenuidad de novata. Por fortuna en todo este tiempo he conseguido pasar desapercibida sin hacer grandes sacrificios. Pensé que por primera vez en mi vida me valorarían por mi esfuerzo y dedicación, pero en dos semanas lo comprendí todo (incluso el primer día). Aquí gana el que más favores hacen a los profesores. Afortunadamente no he tenido que llegar a ese extremo y he salido al paso como una pardilla.
El primer día del primer año de universidad posiblemente sea el más desconcertante de todos los que he pasado en la universidad. Llegas, o por lo menos yo, pensando que vas a trabajar duro, que harás un millón de amigos, que irás a más de una fiesta,... que te convertirás en la reina del mundo. Pero no es así, el mundo no es así, no se deja conquistar por cualquiera. El primer día tuve que convertirme en exploradora y buscar por mi misma la clase, por fortuna no era la única perdida en toda esta historia. Después de llegar tarde, y no ser la única en hacerlo, aguanté la presentación de todas las asignaturas, asegurando que mañana comenzaría la asignatura de verdad. Son esos momentos en los que pienso que me va a tocar hacer muchos trabajos, deberes,... y voy a tener pocos horas de sueño. Pero qué esperas superar como otras muchas personas lo hicieron.
Me estoy desviando del tema...
Esa mañana, la primera vez que le vi, fue como otra cualquiera desde que comencé la universidad e hice amigos. Me levanté dos horas antes de que comenzaran las clases. Desayuné con compañía lo que mi madre me preparó, desayuno completo: café con leche, zumo de naranja del supermercado, tostadas con mantequilla y mermelada de fresa,... Como siempre imposible de comer todo. Después de ducharme me despedí de mis padres y me fui andando a la universidad con mi compañero.
Pasé por el jardín de la uni sin mirar a nadie, solo hacia adelante. La gente estaba sentada en el césped y hablaban unos con otros. En todo este tiempo no lo había hecho ni una sola vez, pero pronto lo haría. Se repetía la misma historia por los pasillos.
Llegué cinco minutos antes de que empezara la clase y me senté en mi sitio, no tenía mi nombre, pero como persona de costumbres que soy, siempre me sentaba en el mismo sitio. Mi sitio estaba en la mitad derecha de la clase, es verdad que era aplicada, pero no quería se notará, por lo que podía acarrear y por eso desde el primer día decidí que ese era un buen sitio. Las personas que se sentaban en la primera fila no eran bien vistas, porque por lo general eran unos pelotas con los profesores y nadie los aguantaba. Yo intentaba pasar por la universidad aprobando todo, pero sin llamar mucho la atención. A veces me costaba callarme cuando preguntaban algo, pero por lo general lo conseguía.
El curso ya había comenzado hace un mes por lo que era raro que hubiera compañeros nuevos y por eso me sorprendí cuando le vi entrar detrás del profesor. El profesor entro mirando a Sol. La conocí el primer día de universidad ese año. Venía de otra universidad y ella si entraba al juego de "favores" para aprobar. Este profesor era su preferido y ya se habían conocido este curso. Ya no sabía si de verdad eran necesarios tantos favores o simplemente el profesor pedía más o a ella la gustaba. Quién sabe.
Después de él entró el chico nuevo. Miró hacia todos los lados parando su mirada en mí, que le estaba mirando fijamente. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, yo aparte la mirada hacia mi libro, todavía cerrado. Él siguió mirando alrededor como si nada, hasta que encontró un sitio libre y se dirigió a éste.
La clase no tuvo nada de especial, pero no podía evitar mirar de vez en cuando a donde estaba el chico nuevo. Se le veía perdido, no era la única que se había dado cuenta y tampoco era la única que le miraba. Todas babeaban e intentaban disimular sin éxito.
La clase terminó y me fui a la siguiente sin volver a pensar en él en toda la mañana. Mi vida desde comencé la universidad se resumía en levantarme temprano, ir a clases, volver a casa, estudiar e intentar no aburrirme demasiado de la vida.
El día fue normal hasta que me metí en la cama a medianoche y no me podía dormir. Me puse a pensar en él y no pude parar:
Era alto, moreno, con ojos oscuros y penetrantes, el pelo era corto y se lo peinaba de punta (o tal vez no se peinaba), vestía con vaqueros y con una camiseta blanca y zapatillas rojas, andaba tranquilo, sin pausa, no hizo caso a todas las miradas que le traspasaban,...
¿Cuándo me había fijado en todo esto? No me había dado cuenta, pero yo también babeaba como las otras, sólo que lo disimulaba mejor. Estuve dando vueltas en la cama hasta que me dormí. Sólo tenía una pregunta de la que realmente quería saber la respuesta: ¿Cómo se llama el chico nuevo que hace perder la cabeza a todas?
"Otra vez era el chico nuevo con lo que me esperaría: miradas, murmullos porque no se atreven a hablarme directamente, preguntas del tipo ¿Cómo te cambias a mitad de curso? ¿Necesitas ayuda?..."
A la mañana siguiente cuando me desperté, me sorprendí de lo bien que había dormido aunque me costase dormirme un poco. Después de comerme la cabeza sobre quién era, ahora tumbada en mi cama boca arriba me pregunto si yo le gustaría.
Mi nombre es Noa Riel Watson. Dejando aparte mis apellidos... Nunca me he avergonzado de mi nombre. Es verdad que cuando escuchan mi nombre y todavía no me han visto, piensan que soy un chico, pero pronto se les olvida al verme. No soy una persona alta ni baja, simplemente estoy en la media. Soy de constitución delgada, por genética pura, tanto de parte de madre como de padre. Pero no estoy en forma, lo mío no es el deporte. Mi forma de vestir... no sé cómo describirlo con una palabra. Si me gusta algo, me lo compro (si tengo dinero ahorrado, sino a esperar a tenerlo) y nunca pienso si me combina con lo que tengo. Pero luego cuando me levanto por las mañanas si me rompo la cabeza para combinar prendas que me he comprado al azar simplemente porque me gustaban.
¿Mi personalidad? Desbordante... Por decir algo...
Realmente fui pesimista en cuanto llegué a la universidad. Después de entender cómo funcionaba todo por aquí y lo egocéntrica y egoísta que eran los universitarios (me prometí a mí misma no convertirme en uno más), no tenía muchas esperanzas de hacer amigos.
En mi vida había tenido dos amigos de verdad, de esos para toda la vida, bueno casi toda la vida. Ahora mismo no tengo amigos fuera de la universidad. ¿Qué paso a estos dos amigos para el resto de mi vida? Te cuento.
A la primera persona que consideré mi amigo era a mi vecino cuando tenía cuatro años. ¿Qué si me acuerdo? Pues no mucho. Tengo un montón de fotos los dos juntos y mi madre me habla mucho de ello. Me contaba como quedábamos todas las tardes a jugar a veces en mi casa y otras tardes en las suya. Decía que parecíamos hermanos, algo que yo nunca he sabido cómo se siente. Mi madre me cuenta que esto duró solo un año. El por qué a mi madre le costó mucho contármelo y pasaron muchos años hasta que fue capaz de contármelo. Y sé que el día que me lo contó no fue fácil, nada fácil. Mi madre sabía que quería saberlo porque lo había preguntado muchas veces, pero nunca estaba preparada. El día que me lo dijo nos sentamos las dos en el banco del jardín de nuestra casa y me lo contó. Creí que no iba a ser capaz de contármelo hasta el final. Pero lo consiguió. Me lo contó:
"Llevabais como unos catorce meses siendo amigos, quedando cada tarde para jugar. Su familia se había mudado hace exactamente esos meses a la casa de al lado de la nuestra. Desde el primer día os hicisteis amigos al igual que sus padres y nosotros. El día que ocurrió eso... Era un día más... Lunes.... Y como todos los lunes a las cinco de la tarde, después de la siesta tu amigo iba a venir a nuestra casa a jugar contigo. Esta vez le tocaba a él venir. Como ya te he dicho vivía justo al lado de nuestra casa y como estaba tan cerca os dejábamos que pasarais de un jardín a otro solos con nuestra atenta mirada sobre vosotros.
Ese día tu amigo llevaba consigo una pelota que le acaban de regalar y estaba muy contento porque quería enseñártelo. Cuando estaba en la acera entre los dos jardines se le escapó la pelota hacia la carretera... Él corrió a por ella... Su madre y yo corrimos a por él... Y nadie llegó a conseguir su objetivo... Por culpa de un coche...
Después de eso ellos se mudaron y nosotros una semana después."
Mi madre nunca me dijo el nombre de ese niño y no sé por qué. Y supongo que nunca lo sabré. Nunca.
El segundo amigo, más bien, amiga que tuve la conocí en el colegio. El primer día, nada más vernos nos hicimos inseparables. Fueron doce años de muy buena amistad. Juntas durante todo el colegio y el instituto. Pasamos muchos momentos buenos juntas, pero también malos. El final de nuestra amistad fue mala. Otra vez y esta nadie me la dijo, porque la viví. Sentí el dolor de perder a alguien, no fue un accidente. Fue una estúpida enfermedad. Una incurable. Recuerdo los días que se quedaba a dormir en mi casa, pasábamos las tardes en su casa con su hermano pequeño.
Volviendo a la actualidad...
Cuando conocí a Sebas ya no estaría sola nunca más en la universidad ni en la vida...
Era la tercera semana de mi primer año de uni y llevaba todo este tiempo sola, sin hablar con nadie. Veía a las otras chicas con amigas haciendo planes y contándose su vida, y me daba envidia y por ello intenté hacer amigos la primera semana sin conseguirlo. Lo dejé de hacer a la semana siguiente. Solo hablaba con compañeros de clase para hacer trabajos y poco más. Nunca había tenido que utilizar mis dotes para hacer amigos porque siempre la tenía a ella. Y no necesitaba a nadie más. Parecía que a las chicas que me acercaba no les caía bien, realmente no hacía nada, simplemente me presentaba. Fui cambiando, primero intente ser normal, decir mi nombre, de donde soy,... No funcionó así que pasé a intentar ser graciosa, pero eso no es lo mío. Luego me hice la guay, pero como que no.
Un día cuando estaba en la cafetería en un descanso entre clases, una chica despistada entró y miró alrededor buscando a alguien y se fijó en mí. Me miró fijamente y yo no pude apartar la mirada. Normalmente pasaba desapercibida y nadie me miraba. Dejo de mirarme cuando unas amigas suyas la llamaron por su nombre, Ada, y se fue donde ellas estaban después de sonreírme. No le di importancia y seguí comiendo. No sabía en ese momento, que gracias a ella tendría los mejores amigos de mi vida.
No le di importancia, porque no pensé que cambiaría nada, pero tres días después de esto conocí a Sebas. Al principio pensé que no tenía nada que ver, pero luego conocí a sus amigas, entre ellas Ada.
Estaba saliendo de la uni para irme a casa cuando me llamó por mi nombre:
- ¡¡¡Noa!!! Espérame.
Me di la vuelta extrañada y vi a ese chico correr hacia mí. Nunca le había visto y por eso le hice una radiografía de arriba a abajo: llevaba unas zapatillas de lentejuelas moradas, unos pantalones de pitillo rojos y una camiseta de tirantes de esas que tienen la abertura hasta la cadera, tenía el pelo de colores y de punta, llevaba unas gafas negras de pasta. Cuando se acercó seguí mirando sus zapatos, brillaban:
- Tranquila, te acostumbrarás.
Me acompañó hasta casa y me habló como si nos conociéramos de toda la vida y yo lo sentía así. Cuando llegamos a casa me paré en el portal y le miré a los ojos:
-¿Por qué me hablas y estás aquí?
Él se río y se fue sin contestar a la pregunta.
Después de ese día, Sebas me acompañaba a casa todos los días y en la cafetería. Hablamos de nuestras vidas y podía decir que tenía un amigo. Algo que no cambió fueron sus extravagantes zapatos. Un día me presentó a sus tres amigas, que pronto se convirtieron en mis amigas.
El primer año de universidad se puede decir que fue el mejor. Había conseguido tener un grupo de amigos:
Ada, la culpable de todo. Fue ella quien fue corriendo a hablar con Sebas sobre mi soledad y yo. Era de esas personas amables que no les gustaba las desigualdades y luchaban por lo que creían que era justa. Un feminista de arriba a abajo. Nunca olvidaré el día que un chico en clase dijo "Pues yo no limpio, porque no soy mujer." Ada no tardó ni dos segundos en levantarse de su asiento y dar el mejor discurso feminista que en mi vida había escuchado (juro que no es el único). Lo malo era que a veces me tenía que tragar documentales un poco aburridos. Era alta, tenía el pelo corto, que no le llegaba hasta los hombros, era un pelo ondulado y muy negro como el de las surfistas, aunque a ella no le gustaba el agua. De constitución delgada, llevaba ropa que se podría considerar un poco dejado, pero arreglada.
Luego estaba Jess, que era de esas personas que tenían claro su futuro desde antes de nacer. Le encantaba la moda, no se conformaba con crear diseños o ir a algún que otro desfile. Quería estar en todas partes y por eso quería ser periodista, para no perderse nada. La gustaba crear sus propios diseños y por eso se llevaba bien con Sia. Su pelo llegaba hasta su trasero, era castaño claro, casi rubio y muy liso. Siempre vestía muy femenina y no tenía miedo a conjuntar cualquier cosa. Le encantaban las faldas y sobretodo el rosa. Su padre era keniata y su madre suiza, ella lo mejor de los dos.
Sia es ese tipo de personas misteriosas, pero que en el fondo y sobre todo, cuando les conoces descubren que son grandes personas, de esas de las que puedes aprender un montón de cosas y mejorar como persona. Me encanta hablar con ella. Le gustaba cualquier tipo de acto que tuviera relación con el arte: la fotografía, la pintura, la escultura,... Su pelo era rubio y le llegaba por debajo de los hombros, siempre llevaba un gorro en su cabeza. Tendrá alrededor de veinte.
El futuro estaba claro, futuros periodistas que lucharan por:
Ada: igualdad y derechos de la mujer.
Jess: moda.
Sia: el arte en todas sus formas de expresión.
Sebas: derechos de los homosexuales.
Yo: conflictos armados.
Cuando me refiero a "luchar" quiero decir a trabajar con entusiasmo y no rendirse a la primera.
De Sebas y yo ya hablaremos otro día.
Me preguntó cuál será su campo de trabajo.
"Razón por la que estoy hoy aquí es la guerra..."

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