miércoles, 6 de abril de 2016

L5 #10 "FAVORES, POR SOL"

No me podía creer que mi amiga me diera la espalda así. Después de lo que he hecho por ella. Ella sabía que me gustaba David y que no era un capricho. Todos se pusieron en mi contra y ella la primera. Me echaron de la fiesta, pero esto no iba a quedar así.
Cuando salía enfadada de esa casa a la que no quería volver a entrar en mi vida me volví a encontrar con él, después de que se fuera detrás de ella.
-¿Por qué has hecho eso?- me gritó David al verme.- Te he dicho que ya no quiero salir contigo.
-Porque te quiero y quiero que estés conmigo para siempre.- fui sincera.
-¿Pero tú te has escuchado? Suenas como una lunática.
-Si estar enamorada es una locura pues lo soy estoy loca por ti.
-Yo no te quiero- eso dolió- acepté salir contigo ese día porque estaba triste porque no me atreví a contarle mi vida a Noa.
-Pero a mí me lo contaste.
-Porque me daba igual y me da igual lo que pienses de mí, pero ella me i porta y no quería asustarla.
-Me haces daño con esas palabras...
-Pues lo siento, pero es la verdad. No quiero que te acerques a mí ni a Noa. Ella no te ha hecho nada.
No me dejó decir nada más entró otra vez a la fiesta buscándola.
Sí ha hecho algo.
Te ha alejado de mí.
Salí a la calle, pero no me podía ir a casa. No sabía a quién llamar... Solo una persona.
-¿Sí?
-Hola, soy yo Sol.
-¿Por qué me llamas a estas horas?
-¿Quiero verte?
-¿Ahora?
-Sí.
-Ven a mi casa.
-Nunca he ido a tu casa...
-No te preocupes, mi mujer está con los niños en casa de sus abuelos. Estoy solo.
-Vale.
Cogí mi coche y me dirigí a casa de mi profesor. No tuve que tocar el timbre porque él me esperaba con la puerta abierta. Entré y le busqué con la mirada. Entré cerrando la puerta, estaba en su despacho tomando whisky. Me acerqué a él y le abracé por la espalda. Me agarró y me sentó en sus rodillas.
-¿Qué ha pasado? ¿Ya te has cansado de ese chico?
-No me quiere...
Me miró y parecía que iba a decir algo, pero simplemente me besó. Un beso dulce y delicado, que se convirtió en un beso apasionado enseguida. Sabía a whisky y ginebra.
Me cogió en brazos y sin separar nuestros labios me llevó a su cama. Me dejo delicadamente sobre ella y aproveche que nos separamos un instante para hablar.
-¿En la cama de tu mujer?
Me miro como si no me entendiese y levantó los hombros.
-No tenemos habitación de invitados, solo hay esta y las habitaciones de mis hijos.
Ni de coña.
-Al sofá.
-Vale.
Me volvió a coger en brazos y me llevó en volandas.
Nos acomodamos en el sofá...
Estábamos tapados con una simple manta delante de la chimenea apagada. Mi cabeza sobre su hombro.
-¿Cuántos hijos tienes?- nunca hablábamos sobre su familia.
-¿A qué viene eso? ¿Te estás arrepintiendo?
-No. Es simple curiosidad.
-Tres.
No me esperaba tantos.
-¿Quieres a tú mujer?
-Al principio sí, pero llega un momento en que la vida se hace aburrida y...
-Te buscas una diversión.- dije mientras me reía.
Sabía que lo nuestro no era amor, solo nos atraíamos físicamente y el sexo, simplemente, era genial. Pero a veces pensaba en su familia y me daba pena. Ella no sabe nada y si lo sabe hace como que no.
-¿Tu mujer...?
-No lo sé, supongo que también lo hace.
Y nosotros volvimos a hacerlo.
Me levanté y él seguía durmiendo. No sabía cuándo volvía su mujer por lo que me vestí por si acaso me tenía que ir rápido. Hice café y me senté en la cocina mirando por la ventana mientras el café recorría mi garganta.
Cuando ya había terminado el café unos brazos me rodearon. Era él.
-¿Hay café para mí?
-Sí.
Cogió el café y se sentó en la encimera delante de mí.
-¿Qué tal has comido?- me preguntó.
-No mucho.- los dos nos reímos.- ¿Cuándo vuelve tu mujer?
-No te preocupes no volverá hasta mañana por la mañana, los niños irán al colegio sin pasar por casa.
-Más tiempo para nosotros.- le miré con picardía y él lo pilló.
Se olvidó del café.
Me volvió a llevar en volandas al sofá.
Pasamos el resto de la mañana viendo la tele tirados en el sofá. A la hora de comer tuvimos el conflicto de que ninguno sabíamos cocinar.
-¿Qué haces cuando tu mujer no está en casa?
-Pido comida a domicilio.
Me reí, yo también lo hacía. Me puse un poco triste porque sabía que no podíamos ir a comer fuera, porque la gente nos conocía. Esta casa era nuestra gran mentira en la que éramos felices. Parece que se dio cuenta de lo que hablaba porque dijo:
-Si quieres puedo intentar cocinar para ti.
-Te ayudo.
Hicimos sopa, porque era lo más fácil y de segundo filetes cocinados ayer y recalentados al microondas hoy.
-¿Quieres que comamos fuera en el jardín de atrás?- me quedé mirando con cara de no- No nos puede ver nadie el muro es alto.
-Vale.
Cogimos todo y lo llevamos todo a la mesa que se encontraba en medio de dos árboles gigantes, extendimos un mantel blanco de flores color albaricoque y pusimos en medio la jarra de agua para que no se moviese. Él empezó a comer mientras que yo me quedé mirando hacia arriba de lo bonito que era el lugar.
-Cierra la boca que te van a entrar moscas.
-Este sitio es muy bonito.
-Sí. Estos árboles ya estaban cuando nos mudamos aquí hace cinco años. Los niños rompieron la rama que estaba justo encima de donde estamos ahora y decidimos poner aquí una mesa.
-¿Cómo rompen unos niños una rama?
-Hicimos un columpio y al mes se rompió. Sin heridos sin heridos si no contamos el árbol.
-Pobre. Pero el sitio es precioso para comer.
-Y para cenar también con las luces de bola.
Comimos tranquilos hablando de una serie que veíamos los dos y nos desilusionó el final. Los dos estábamos de acuerdo en que no debía morir...
Después de comer y de la pequeña pelea de espuma a la hora de fregar los platos nos dormimos juntos en el suelo del salón.
Por la tarde decidimos ir al lago donde no esperábamos que hubiese mucha gente. Y así fue. No había casi nadie. Nos sentamos en el banco más alejado de la gente y nos pusimos muy juntos. Mi cabeza en su hombro y su brazo rodeándome mientras la otra mano cogía las mías. Estuvimos un rato sin hablar disfrutando de la tranquilidad hasta que escuchamos a dos chicas hablar mientras pasaban delante de nosotros:
-Has visto como ha quedado el chico más pequeño, no se podía mover del suelo. Ese hombre se pasó mucho...
-Pobre Luc...
No llegué a entender el nombre completo porque seguían hablando, parecía que algo había pasado en el lago hace poco. Su voz me sacó de mis pensamientos:
-Que pena no tener unos años menos...
Me quedé pensando, ¿por qué dice eso? ¿Estaría entonces conmigo? ¿Solo quiere volver a ser joven? ¿Por qué?
-Me encantan mis hijos, pero las cosas serían diferentes...
Nunca pensé que entre el profesor y yo pudiese pasar nada más. Es la primera vez que pasamos un día entero, porque antes siempre nos veíamos en la cama, en cualquier cama. Es un hombre atractivo y aunque la gente piensa que "salgo" con él para aprobar, eso no es así. Solo es sexo. Pocas veces hablamos. Pero parece que él piensa diferente...
Recuerdo el día que le dije que no quería "salir" más con él porque tenía un nuevo novio (David) y que quería serle fiel. Él se enfadó mucho y me ignoró este pequeño tiempo. Pero no le costó olvidarlo cuando le llamé.
De verdad me gustaba David, había tenido novios antes y seguía viendo al profesor, pero esta vez era diferente. Me contó su vida antes de venir aquí, lo sé todo sobre él, y yo le conté cosas muy personales, algunas ni siquiera se lo había dicho a mi antigua amiga.
No me quiere, lo sé.
Pero yo sí.
Se acercó a mí y me besó dulcemente.
-¿Damos un paseo alrededor del lago?
-Claro.
Nos cogimos de la mano y rodeamos el lago.
Nos fuimos al coche para volver a su casa y escuchamos como las dos muchachas de antes decían: "Que bonito padre e hija han salido juntos al lago. Qué bonito."
Entramos en el coche sin decir nada e ignorando lo que acabamos de escuchar.
Él iba a decir algo, pero le interrumpí:
-No pasa nada. Te conservas muy bien para tener cuarenta y cuatro años.
Me acerqué a él y le besé despacio.
Él sonrió.
No me importa lo que diga la gente y si tiene una mujer aburrida, me gusta pasar tiempo con él. Aunque los dos sabemos que no durará para siempre.
Al llegar a la puerta de casa como veía que estábamos los dos tristes le cogí las llaves y salí corriendo.
-¿Qué haces?
-A que no me pillas...
Salí corriendo rodeando la casa. No sabía si me seguía, pero no paré. Subí a la valla de su jardín y desde allí pude ver que venía corriendo y sonriendo. Salté al otro lado y me puse a dar vueltas en círculo en el jardín mientras el me perseguía.
En la tercera vuelta me pilló y los dos caímos sobre mullido. Él comenzó una guerra de cosquillas que nos dejó a los dos sin aliento.
Después de respirar entramos en casa y llamamos para que nos trajeran una piza. Al sonar el timbre él fue a recogerla. Yo estaba en el salón donde podía escuchar lo que pasaba en el pasillo.
-¿Qué tal?
-Hola.
-¿Mi hermana sigue en casa de mis padres?
-Sí, vuelven mañana por la mañana.
-Perfecto.
-¿Cuánto es?
-Te la regalo.
-Gracias. Adiós.
-Adiós.
Volvió al salón con la pizza en la mano.
-Lo sé, mi cuñado es el pizzero, pero no te preocupes. No se entera de nada.
-Si tú lo dices...
Comimos la pizza mientras mirábamos la tele y poco después me quedé dormida a su lado.
A las cinco de la mañana mi móvil sonó, al que había estado ignorando todo el fin de semana. Eran las cinco de la mañana, hora de marcharme. Le di un beso sin despertarlo y me fui de su casa. Cuatro horas después nos íbamos a volver a encontrar en clases.
Lo que me había despertado a esas horas era un mensaje que me decía que el padre de Ada, una de las amigas de Noa, había muerto hace poco.
No podía dejar las cosas así.
Noa no se iba a librar, pero esperaría...
Tengo corazón, aunque la gente no lo crea.

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